Monday, August 10, 2009

CURSO BASICO PARA UN CANDIDATO ( A LO QUE SEA )



Que venga de mi esta reflexion , ahora que concentro mucho en la creatividad politica, no se como sera visto…pero no deja de ser una realidad de esas que nos averguenza.
Seguramente, muchos de vosotros habréis pensado – o es probable que os lo propongáis ahora como una digna salida a la crisis si un ERE os ha dejado en la calle -, en convertiros en políticos. Los prerrequisitos no son muchos. No hay que aprobar ningún examen psicotécnico, así que si en el ejército os han dado la patada, nada sin embargo os impide encabezar la lista de algún partido. En caso de que tengáis menos de 50 años, quizá sí sería conveniente que tuviérais algo de pelo cubriendo vuestra sesera, porque las calvas dan muchos brillos en cámara. Pero por lo demás…
Y vayamos al grano, que el curso se alarga. Para convertirse en un buen político, sólo hay que conocer a dos autores, y ni siquiera hay que leerlos. Yo os resumo lo importante:

Nadie deja de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez; pero la experiencia nos demuestra, por lo que sucede en nuestros tiempos, que son precisamente los príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia y reido de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas. [...] Por lo tanto, un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer. Si los hombres fuesen todos buenos, este precepto no sería bueno; pero como son perversos, y no la observarían contigo, tampoco tú debes observarla con ellos. Nunca faltaron a un príncipe razones legitimas para disfrazar la inobservancia. [...] Alejandro VI nunca hizo ni pensó en otra cosa que en engañar a los hombres, y siempre halló oportunidad para hacerlo. Jamás hubo hombre que prometiese con más desparpajo ni que hiciera tantos juramentos sin cumplir ninguno [...] No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes citadas (piadoso, fiel, humano, recto), pero es indispensable que aparente poseerlas. Y hasta me atreveré a decir esto: que el tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil.
Nicolás Maquiavelo (Florencia, 3 de mayo de 1469 – Florencia, 21 de junio de 1527) fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano.
En su obra más famosa, “El principe”, aporta un valioso conocimiento sobre las formas en que se ha de gobernar al populacho, pero ya os lo compraréis cuando tengáis coche oficial para ir hasta la librería.
Nuestro segundo protagonista no tiene una obra concreta, pero fue el creador de la propaganda moderna y de él han llegado hasta nosotros sus 11 principios.
0. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
0. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
0. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
0. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
0. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
0. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
0. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
0. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
0. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
0. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
0. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
Paul Joseph Goebbels (29 de octubre de 1897 – 1 de mayo de 1945), político alemán, fue el ministro de propaganda de la Alemania Nazi, figura clave en el régimen y amigo íntimo de Adolf Hitler.

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